Una isla tan especial como Menorca no se acaba en verano, ni mucho menos. De hecho, visitar Menorca en otoño ofrece la ventaja de poder hacerlo con mucha menos gente, sin prisas, paladeando sus numerosos encantos. Naturaleza, historia, gastronomía, arte… Disfrutes con lo que disfrutes, seguro que entre todas estas propuestas encuentras tu plan otoñal perfecto.
Naturaleza
Menorca fue declarada Reserva de la Biosfera en 1993, por lo que muchos son sus encantos naturales. Se hace imprescindible visitar el Monte Toro -el punto más alto de la isla con 358 metros- para disfrutar de espectaculares vistas de toda la isla y, en los días despejados, incluso poder divisar la costa de Mallorca. En su cima encontramos el Santuario que alberga a la patrona de los menorquines.
La Cova des Coloms sorprende por sus dimensiones (24 metros de alto, 15 de ancho, 300 de fondo) y se la conoce como «la catedral». Ojo: no es fácil llegar a ella ni recorrerla. Las Cales Coves añaden un plus histórico, ya que albergan una necrópolis prehistórica fechada en el siglo XI a. C. Por supuesto, no podemos olvidar la belleza natural de algunas de las calas más impresionantes de la isla también en otoño; con o sin baño: Macarella, Turqueta, Mitjana, Morell…
Mahón y Ciudadela
Muchos son los lugares que visitar en las dos principales localidades de Menorca. En la capital, Mahón, destacan el puerto -el más importante de la isla-, el Museo de Menorca, la fortaleza de Isabel II -mandada construir por la monarca en el XIX- o el Castillo de San Felipe; pero, sobre todo, merece la pena deambular por su centro histórico, mezcla de barroco francés y modernismo. En Ciudadela destacan el Castillo de San Nicolau (siglo XVII) o la Catedral de Santa María. Para pasear, la plaza del Born y sus alrededores. Para comer, el Mercat des Peix o algunos de los mejores restaurantes de la isla, como Mon y S’Amarador.
Gastronomía
La suave temperatura del otoño menorquín ayuda a la ingestión… y a la digestión ¿Qué tal dar una vuelta a la isla en busca de las mejores calderetas de langosta? Este plato inseparable de Menorca y emblema culinario de la isla se empezó a servir en su caldero de barro (o tiá de terra) a finales del XIX en el legendario Can Burdó de Fornells. Hoy se degusta en Sa Llagosta, Es Cranc, Es Port…
Pero no sólo de caldereta vive Menorca. Merece la pena degustar otros manjares locales como el oliaigua (sopa payesa por excelencia), la perdiz con col rellena de panceta, sobrasada y butifarra, el perol menorquín (guiso de patata y tomate) o alguno de sus postres: el sublime queso de Mahón o los cuscussots navideños, pasando por los crespells o pastas circulares.
Pueblos con magia
Visitar Menorca en otoño también es perfecto para disfrutar de una manera más reposada de los lugares con todo su encanto rural: sus pueblos más bonitos. De las casas blancas y las callejuelas de Binibeca Vell; de la torre y la deliciosa caldereta de langosta de Fornells; del paisaje y los caballos danzarines de Mercadal, al pie de Monte Toro; del Moli Dalt y los vestigios de la dominación francesa, tan presentes en San Luis; o de Alayor, tercera localidad más grande de la isla, que guarda aún su equilibrio entre la tranquilidad y el buen ambiente.
Galerías de arte
Pese a su pequeño tamaño, Menorca tiene mucho arte. Literal. Y contemporáneo. En los últimos años se han multiplicado las galerías de arte y todo tipo de espacios expositivos. Ya sean centros que apuestan por el talento local (Antara, Encant, Retxa…), talleres de artistas extranjeros afincados en la isla (Broeschen, Biniarroca) o espacios alternativos fuera del circuito habitual de Mahón y Ciudadela, como Sa Sinia Art Hub, en el pueblo marinero de Es Castell.
Cultura talayótica
En Menorca se encuentran los rastros más importantes de la siempre misteriosa cultura talayótica, un pueblo autóctono balear que desarrolló una cultura propia hace más de 4.000 años. Existen en Menorca más de 1.500 yacimientos: 2 por kilómetro cuadrado. Es un plan delicioso aprovechar el otoño para visitar la icónica Naveta dels Tudons, los poblados de Torre d’en Galmés o Talatí de Dalt y la Necrópolis de Cala Morell. Fascinante.
La Ruta de los Faros
Siete son los faros de Menorca y, desde luego, no se pueden dejar de visitar. Iconos inmortales de la isla, 4 en el norte y 3 en el sur. Sin duda el más impresionante es el de Favàritx, absolutamente aislado en medio de un entorno casi lunar, acaba de cumplir 100 años. Por su parte, el de Cavallería es el más septentrional de la isla y destaca por sus más de 150 años de historia, su privilegiado entorno y por atesorar la puesta de sol más famosa de la isla que, en otoño, se puede disfrutar sin las aglomeraciones veraniegas.
Después de todas estas pistas, planes, visitas, comidas, arte y cultura, queda perfectamente demostrado que visitar Menorca en otoño… también mola. ¡No te la pierdas o lo lamentarás!